La economía circular es un término que cada vez está más en boga; siendo ya de uso común en todos los medios de comunicación y, por consiguiente, en boca de nuestros políticos, que suelen estar más pendientes de lanzar mensajes oportunistas sobre él, que en programarlo y hacerlo posible.

Suele ser frecuente que, cuando hablamos de Responsabilidad Ambiental, pensemos en actividades industriales como: la industria química, la producción de energía, los gestores de residuos peligrosos, etc., sin tener en consideración los riesgos agrarios, más allá de los purines de las granjas de cerdos y los alpechines de las almazaras, ampliamente tratados en la abundante bibliografía existente sobre ellos.

Noticias como la contaminación del río Eo, a finales del pasado agosto, por el vertido de más de medio millón de litros de purines, de la que se hicieron eco la mayoría de los medios de comunicación, hacen aconsejable hacer un repaso, aunque sea breve, sobre cuál es la situación del sector porcino, las consecuencias ambientales derivadas de esta actividad ganadera y la posibilidad de aseguramiento de los daños ambientales que esta pudieran generar.